Homework, or no homework?

Esa es la cuestión, y lo peor es el nombre. Con “work” en inglés se han lucido, pero en español lo bordan: deberes, de “deber“. Y eso ya gusta menos, ¿a que sí? 😉

En principio, no soy partidaria de los deberes, aunque para aprender un idioma, hay que practicar, no hay otra. Cómo en la música, en el deporte, y muchas otras destrezas. Podríamos llamarlo simplemente: práctica. A mis alumnos les mando “prácticas”. 💼😇

Lo mismo ocurre con las notas. ¿Por qué el sistema manda a calificar la práctica del alumno? Personalmente, por muchas vueltas que le siga dando para encontrar otra solución, no veo otra manera mejor de comprobar el progreso de cada alumno. Es la disciplina que necesita el ser humano. No nos engañemos, es que funcionamos así. 🦹

Y por otro lado, no nos podemos olvidar del propósito de los deberes. No se mandan porque sí. Al alumno que solo necesita un poco de guía y repaso en clase – y al que atiende en clase, no le hace falta, pero ¿y a los que no consiguen entender un “listening”, o hablar o escribir correctamente? No es que se les dé mal, es que no practican, y ahí, si es que se quiere mejorar claro, empieza el deber. El profesor es un medio, un guía, el aprendizaje en sí es la contribución del alumno. 👨‍🎓

A mí personalmente diría que se me da mal el fútbol y el saxofón… pero ni le he dado a un balón, ni he sostenido un saxofón en la vida. Cada uno que saque sus propias conclusiones, pero siendo honestos. 😁

¡A practicar! 💪💪💪

Happy learning! ❤️